El consumo masivo de carne de ballena en Japón se inició a principios del Siglo XX, ya que anteriormente la carne de estos gigantes marinos era consumida sólo por pequeñas comunidades costeras que desarrollaban la ballenería de bahía. .
Antes de 1900, la carne de ballena era consumida en Japón sólo por unas pocas y aisladas comunidades de la nación isleña, las cuales ocupaban técnicas tradicionales de caza aborigen y no la tecnología utilizada por países industrialmente balleneros de la época como Estados Unidos y Noruega. Las ballenas cazadas por estas comunidades no sobrepasaban los trescientos animales al año, los cuales eran almacenados en barriles de madera con sal o salsa de soya para su posterior consumo.
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Dos eventos históricos ayudaron al desarrollo y expansión de la industria ballenera en Japón.
A finales del siglo XIX, la nación nipona estaba saliendo de su auto-impuesto exilio y procuraba "ponerse al día" con naciones occidentales, en lo que se conoce como la "Restauración Meiji".
Uno de los adelantos de la época especialmente atractivos para Japón fue la capacidad de preservar carne, técnica introducida por Francia en 1910.
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Durante aquellos años, la industria ballenera era incentivada por políticos de Meiji con el fin de contrarrestar las actividades balleneras rusas a lo largo de la costa de Corea. Después de iniciada la guerra entre Rusia y Japón, éste último país confiscó todas las embarcaciones rusas balleneras utilizándolas para continuar expandiendo sus actividades de caza. El gobierno militar dominante de la época alentó aun más la expansión de la industria cuando inició el envío de comida en lata a tropas coreanas. La comida en lata como salmón, cangrejo y bacalao fueron introducidos al mercado, pero debido al alto precio de estos productos en el exterior, el gobierno decidió destinarlos a exportación. La carne de ballena tenía poca demanda y debido a su bajo costo se reservó para el reducido consumo local. Sin embargo, considerables cantidades de ella alimentaron a los soldados que participaron en la guerra Ruso-Japonesa.
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Para 1909 las cuatro compañías que habían emergido gracias a la industria ballenera, se fusionaron formando la compañía 'Toyo Hogel', la que contaba con altas influencias políticas y el monopolio de la actividad. Los métodos tradicionales de caza fueron eliminados por competencia o simplemente suspendidos en favor de nuevas tecnologías comercialmente atractivas.
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Durante la década de los años treinta Japón inició su fase de expansión cuando el ejército de Kwantung atacó el batallón de Mukden, invadiendo el Norte de China/Manchuria y estableciendo una colonia llamada Manchuko. Las comunidades de aquellas zonas fueron alimentadas con carne de ballena en lata, debido que era la de menor precio en el mercado. Este hecho cimentó el camino para que Toyo Hogel continuara explotando su posición privilegiada en el mercado, absorbiendo a todas las pequeñas empresas que se ponían en su camino. En 1934, la compañía adquirió la primera embarcación ballenera Antártica, iniciando la explotación de poblaciones de grandes especies de ballenas en aquella zona. Tres años después, presiones políticas y la posibilidad de una guerra mundial, llevó a que las dos principales empresas balleneras se fusionaran en una nueva compañía llamada NIPÓN SUISAN, la cual conserva el mismo nombre hasta hoy.
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Antes de la segunda guerra mundial, el gobierno japonés continuó exportando a Europa todo el aceite de ballena obtenido en la Antártica, en un intento desesperado por obtener dinero. Las ganancias de este negocio aumentaban 40%, mientras que las ganancias generadas por la carne de ballena en lata no superaban el 7%. La carne de las ballenas Antárticas era desechada en el océano debido a que el mercado local continuaba siendo pequeño y Japón no deseaba agregar más presión sobre las poblaciones de cazadores artesanales, al importar carne de flotas industriales. Durante la segunda guerra mundial esta práctica fue criticada y las leyes se modificaron, prohibiéndose desechar carne de ballena al mar.
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Este hecho originó que la producción de carne de ballena aumentara a niveles superiores a la demanda. Sin embargo, la prohibición de importar carne a Japón todavía estaba vigente y las latas eran enviadas a las crecientes colonias japonesas y batallones militares en terreno.
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Parece obvio entonces que el aumento de la demanda de carne de ballena en Japón se desarrollara espontáneamente de la mano de la expansión militar nipona y no como consecuencia de una tradición milenaria del pueblo japonés.
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El fin de la guerra trajo un drástico cambio en las circunstancias de las compañías balleneras japonesas al verse desprovistos de sus antiguos aliados políticos y militares. Pero lo que parecía el fin de la ballenería, rápidamente se revirtió cuando el Gobierno Militar Americano incentivó el reinicio de las actividades balleneras en la Antártica.
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La austeridad de la post guerra, hizo que la carne relativamente barata de ballena fuera consumida en grandes cantidades. Pero ésta continuaba siendo un producto poco popular y a inicios de los años cincuenta existía una sobre oferta de carne de ballena en el mercado japonés. El exceso de carne de ballena se convirtió en un problema creciente, por lo que el gobierno lanzó una inmensa campaña pública promocionando varios productos alimenticios preparados con carne de ballena y desarrollados por el recientemente creado Institute for Cetacean Research (Instituto de Investigación de Cetáceos o ICR por sus siglas en inglés) como vienesas, chorizos, tocino, etc. La promoción gubernamental fue un éxito ya que aumentó el consumo de proteína de bajo costo en un considerable porcentaje de la población. Toda la carne obtenida por la industria japonesa fue destinada al creciente mercado local.
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