El grito (Skrik), Edvard Munch, 1893.

. martes, 30 de octubre de 2007
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"Iba por la carretera con dos amigos, y el sol se puso. De pronto, el cielo se volvió sangre, y sentí el hálito de la tristeza... las nubes del fiordo goteaban sangre. Mis amigos siguieron su camino pero yo me quedé temblando, con una herida abierta en el pecho. Oí cómo un grito extraordinario atravesaba la naturaleza". Edvard Munch


Profunda y perturbadora angustia

En este cuadro de Edvard Munch, el protagonista aparece con el rostro agitado, muy parecido a una calavera que se aprieta el cráneo con las manos para que no le estalle. Hay que saber que, durante su niñez, el artista perdió a su madre y a su hermana mayor (que era depresiva y alcohólica), y que Laura, su hermana menor, sufría de esquizofrenia y vivía internada en un psiquiátrico situado al lado del matadero de la ciudad de Cristianía, el Oslo actual.
Para comprender mejor la inspiración de la pintura, teniendo en cuenta el carácter melancólico y depresivo de Munch, hay que tratar de imaginar el grito de los animales combinado con los de los pacientes del asilo. El resultado es una obra extremadamente perturbadora que transmite el agitado estado de ánimo del pintor, lleno de desesperación, incertidumbres y temores.
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